Alvarado
01-29-2011, 02:57 AM
En el tema de los Godos abunda la pseudohistoria y la especulación. Es evidente que por razones ideológicas se ha revestido a ese pueblo de una aureola mitológica que alcanza extremos ridículos.
Por tal motivo, resulta interesante contrastar esas fantasías con opiniones más objetivas y desapasionadas como las del historiador Roger Collins. A continuación, algunos fragmentos de su libro La España visigoda.
"Hay muchas razones por las cuales no se sostiene la antigua versión de la historia de los godos en sus primeros tiempos. Por mencionar sólo un detalle, los nombres que se utilizan convencionalmente para distinguir los dos grupos de godos —«visigodos» y «ostrogodos»— son anacrónicos".
"Para atajar esta larga historia, actualmente se acepta en general que la autoidentificación del pueblo que conocemos ahora como los visigodos (y que probablemente se consideraron a sí mismos sólo como individuos que eran godos) se produjo en los años siguientes a la batalla de Adrianópolis, que tuvo lugar en 378. En este confuso período, todo tipo de individuos y grupos de una amplia variedad de orígenes culturales, genéticos y lingüísticos se fusionaron, en gran parte a través del reclutamiento y de los servicios que prestaron cuando gobernaba el emperador Teodosio I".
"Sin embargo, para lo que ahora nos interesa es suficiente aceptar que los godos que llegaron a hacerse dueños de Hispania a lo largo del siglo V procedían de una confederación de distintos grupos étnicos, que se unieron y adquirieron un nuevo sentido de identidad común en los Balcanes durante el último cuarto del siglo IV".
"Sería tentador pensar que en este período tendrían que haber existido unas diferencias marcadas y evidentes entre un ejército romano y una confederación bárbara, pero esto no sería cierto. A lo largo del siglo IV el Imperio había reclutado sus soldados en un número cada vez mayor entre los pueblos germánicos y otros pueblos situados más allá de sus fronteras. En lo relativo a cultura material, la influencia romana había sido tan penetrante que eran pocas las diferencias existentes entre las tropas imperiales y las que habían sido reclutadas fuera del Imperio, tanto por las armas que utilizaban, como por sus vestimentas y su aspecto".
"Un interrogante obvio es el del tamaño probable de esta confederación y de otras similares, sobre todo por la importancia que esto tiene para comprender qué sucedió cuando los visigodos llegaron por fin a asentarse permanentemente en Hispania. Las cifras que se suelen citar normalmente sugieren que los visigodos pudieron alcanzar un número de unos cien mil individuos, mientras que en el caso de otras confederaciones menores, como las de los alanos, los suevos y los vándalos, es más probable que rondaran los veinte mil".
"Es muy difícil creer que un colectivo tan grande, unas cien mil personas, pueda mantenerse en tales condiciones y en un entorno hostil. Probablemente es más realista pensar que la confederación visigoda no tenía un tamaño mayor que el de un pequeño ejército romano. Junto con los familiares, dicho ejército podía llegar como máximo a una cifra del orden de treinta mil individuos. El número de vándalos, alanos y suevos habría sido ciertamente menor, como sugiere su historia; en el caso de estos pueblos, diez mil podría no ser una cifra demasiado moderada".
"Estas especulaciones han de considerarse en el contexto de una población hispano-romana cuyas cifras son igualmente difíciles de calcular, pero que casi con toda certeza excedían el millón".
"La nueva evaluación de las pruebas halladas en los cementerios hispanos, ofrecida en el anterior capítulo 7, descarta cualquier necesidad de creer en la existencia de grandes asentamientos de godos no asimilados en los siglos VI o VII".
"El punto siguiente puede ser la identidad goda de estas poblaciones. Esta cuestión depende en parte de las hipótesis formuladas a priori que hemos comentado anteriormente y que pueden ser descartadas. La naturaleza de los objetos descubiertos en las tumbas no apoya ni una idea ni otra. En parte esto se debe a que se trata de objetos muy sencillos, y en parte porque hay muy pocos elementos, si los hay, pertenecientes a la cultura artística y artesanal de la Hispania de la Alta Edad Media de los que se puede afirmar que son específicos desde un punto de vista étnico, o que pueden ser un indicador de la identidad étnica de sus propietarios. Incluso si algún estilo o tipo de objeto pudiera ser situado cronológica o geográficamente de tal modo que se demostrara que estaba asociado de forma exclusiva con una población visigoda migratoria, todavía habría que probar su atribución exclusiva a usuarios godos en un contexto hispano. Pero no existe dato alguno que tan siquiera se aproxime a esta posibilidad".
"Por lo tanto, probablemente no es necesario ni razonable suponer que deba haber una forma característica de enterramiento visigodo y otra diferente para el romano".
"Es posible que a veces se haya exagerado al hablar de los recursos culturales en los que se basó este renacimiento isidoriano, pero, por lo que respecta a muchos de los textos tanto profanos como eclesiásticos que, según se ha sabido, se encontraban en la biblioteca episcopal de Sevilla en tiempos de Isidoro, se puede dar por sentado o afirmar claramente que serían de origen africano".
"Mucho más importante y prolongado fue el efecto de las conexiones directas entre Hispania y África. Este flujo de influencias culturales parece haber sido sólo de dirección única y se realizó principalmente a través de individuos y grupos que emigraban desde África a la península Ibérica".
"Por lo tanto, hay al menos un caso de prima facie para la idea de que la migración de libros, personas, familias y comunidades monásticas completas desde África hasta Hispania a partir de mediados de la década de 550 hizo que en cierto modo se pusiera en marcha el despertar de la vida intelectual en la Iglesia católica dentro de la Península, y esto contribuye a explicar algo de la vitalidad que dicha Iglesia demostró posteriormente durante gran parte del siglo VII".
"Dicho de otra forma, esta evidencia indica que el arte y la arquitectura del período visigodo no fueron más que una continuación de sus equivalentes de la época romana tardía. Con respecto a las construcciones de los siglos de dominación visigoda no hay nada lo suficientemente nuevo como para justificar el hecho de que se les conceda una denominación propia. Por otra parte, lo que marca un auténtico cambio y una ruptura con respecto a tradiciones anteriores es la introducción de estilos arquitectónicos y decorativos sirios durante las décadas que siguieron a la conquista árabe. Es en ese momento cuando surge una nueva orientación en el arte hispánico".
"Sin embargo, sólo se han conservado cinco documentos de la época visigoda, escritos sobre pergamino, y todos ellos están deteriorados o son meros fragmentos. También son pocas las referencias que hay en textos históricos o hagiográficos. Una consecuencia de esto es que lo que se sabe sobre la actuación de los reyes en materia de construcción de edificios es prácticamente nada".
"En muchos de estos documentos se hace una referencia explícita al Liber ludiciorum. En cuanto a su alcance, organización y posibilidades de aplicación práctica, este código coincide en casi todos los aspectos con algunas recopilaciones de leyes que fueron oficiales en el Imperio Romano, tales como el Codex Theodosianus o Código de Teodosio del año 438".
"Independientemente de lo que se pueda pensar de los primeros códigos francos y anglosajones, el código visigodo más antiguo no es una mera copia de las leyes o costumbres tradicionales germánicas. El texto que ha sido identificado como el único fragmento superviviente del Código de Eurico es predominantemente romano en sus contenidos y en su estructura, e incluso podría decirse que lo es de manera exclusiva".
"Si el uso de la lengua gótica hubiera sobrevivido, sería difícil entender cómo podría haberse producido una absorción a gran escala de las clases superiores hispano-romanas en un nuevo sentimiento de identidad. Sin embargo, no hay prueba alguna de que se utilizara el gótico en Hispania durante los siglosVI y VII".
"Dicho en pocas palabras, mientras la Galia romana se convertía en Francia, es decir, el territorio gobernado por los reyes de los francos, Hispania nunca llegó a ser Gotia. Las razones para que esto fuera así son menos obvias que lo que a menudo se supone".
Por tal motivo, resulta interesante contrastar esas fantasías con opiniones más objetivas y desapasionadas como las del historiador Roger Collins. A continuación, algunos fragmentos de su libro La España visigoda.
"Hay muchas razones por las cuales no se sostiene la antigua versión de la historia de los godos en sus primeros tiempos. Por mencionar sólo un detalle, los nombres que se utilizan convencionalmente para distinguir los dos grupos de godos —«visigodos» y «ostrogodos»— son anacrónicos".
"Para atajar esta larga historia, actualmente se acepta en general que la autoidentificación del pueblo que conocemos ahora como los visigodos (y que probablemente se consideraron a sí mismos sólo como individuos que eran godos) se produjo en los años siguientes a la batalla de Adrianópolis, que tuvo lugar en 378. En este confuso período, todo tipo de individuos y grupos de una amplia variedad de orígenes culturales, genéticos y lingüísticos se fusionaron, en gran parte a través del reclutamiento y de los servicios que prestaron cuando gobernaba el emperador Teodosio I".
"Sin embargo, para lo que ahora nos interesa es suficiente aceptar que los godos que llegaron a hacerse dueños de Hispania a lo largo del siglo V procedían de una confederación de distintos grupos étnicos, que se unieron y adquirieron un nuevo sentido de identidad común en los Balcanes durante el último cuarto del siglo IV".
"Sería tentador pensar que en este período tendrían que haber existido unas diferencias marcadas y evidentes entre un ejército romano y una confederación bárbara, pero esto no sería cierto. A lo largo del siglo IV el Imperio había reclutado sus soldados en un número cada vez mayor entre los pueblos germánicos y otros pueblos situados más allá de sus fronteras. En lo relativo a cultura material, la influencia romana había sido tan penetrante que eran pocas las diferencias existentes entre las tropas imperiales y las que habían sido reclutadas fuera del Imperio, tanto por las armas que utilizaban, como por sus vestimentas y su aspecto".
"Un interrogante obvio es el del tamaño probable de esta confederación y de otras similares, sobre todo por la importancia que esto tiene para comprender qué sucedió cuando los visigodos llegaron por fin a asentarse permanentemente en Hispania. Las cifras que se suelen citar normalmente sugieren que los visigodos pudieron alcanzar un número de unos cien mil individuos, mientras que en el caso de otras confederaciones menores, como las de los alanos, los suevos y los vándalos, es más probable que rondaran los veinte mil".
"Es muy difícil creer que un colectivo tan grande, unas cien mil personas, pueda mantenerse en tales condiciones y en un entorno hostil. Probablemente es más realista pensar que la confederación visigoda no tenía un tamaño mayor que el de un pequeño ejército romano. Junto con los familiares, dicho ejército podía llegar como máximo a una cifra del orden de treinta mil individuos. El número de vándalos, alanos y suevos habría sido ciertamente menor, como sugiere su historia; en el caso de estos pueblos, diez mil podría no ser una cifra demasiado moderada".
"Estas especulaciones han de considerarse en el contexto de una población hispano-romana cuyas cifras son igualmente difíciles de calcular, pero que casi con toda certeza excedían el millón".
"La nueva evaluación de las pruebas halladas en los cementerios hispanos, ofrecida en el anterior capítulo 7, descarta cualquier necesidad de creer en la existencia de grandes asentamientos de godos no asimilados en los siglos VI o VII".
"El punto siguiente puede ser la identidad goda de estas poblaciones. Esta cuestión depende en parte de las hipótesis formuladas a priori que hemos comentado anteriormente y que pueden ser descartadas. La naturaleza de los objetos descubiertos en las tumbas no apoya ni una idea ni otra. En parte esto se debe a que se trata de objetos muy sencillos, y en parte porque hay muy pocos elementos, si los hay, pertenecientes a la cultura artística y artesanal de la Hispania de la Alta Edad Media de los que se puede afirmar que son específicos desde un punto de vista étnico, o que pueden ser un indicador de la identidad étnica de sus propietarios. Incluso si algún estilo o tipo de objeto pudiera ser situado cronológica o geográficamente de tal modo que se demostrara que estaba asociado de forma exclusiva con una población visigoda migratoria, todavía habría que probar su atribución exclusiva a usuarios godos en un contexto hispano. Pero no existe dato alguno que tan siquiera se aproxime a esta posibilidad".
"Por lo tanto, probablemente no es necesario ni razonable suponer que deba haber una forma característica de enterramiento visigodo y otra diferente para el romano".
"Es posible que a veces se haya exagerado al hablar de los recursos culturales en los que se basó este renacimiento isidoriano, pero, por lo que respecta a muchos de los textos tanto profanos como eclesiásticos que, según se ha sabido, se encontraban en la biblioteca episcopal de Sevilla en tiempos de Isidoro, se puede dar por sentado o afirmar claramente que serían de origen africano".
"Mucho más importante y prolongado fue el efecto de las conexiones directas entre Hispania y África. Este flujo de influencias culturales parece haber sido sólo de dirección única y se realizó principalmente a través de individuos y grupos que emigraban desde África a la península Ibérica".
"Por lo tanto, hay al menos un caso de prima facie para la idea de que la migración de libros, personas, familias y comunidades monásticas completas desde África hasta Hispania a partir de mediados de la década de 550 hizo que en cierto modo se pusiera en marcha el despertar de la vida intelectual en la Iglesia católica dentro de la Península, y esto contribuye a explicar algo de la vitalidad que dicha Iglesia demostró posteriormente durante gran parte del siglo VII".
"Dicho de otra forma, esta evidencia indica que el arte y la arquitectura del período visigodo no fueron más que una continuación de sus equivalentes de la época romana tardía. Con respecto a las construcciones de los siglos de dominación visigoda no hay nada lo suficientemente nuevo como para justificar el hecho de que se les conceda una denominación propia. Por otra parte, lo que marca un auténtico cambio y una ruptura con respecto a tradiciones anteriores es la introducción de estilos arquitectónicos y decorativos sirios durante las décadas que siguieron a la conquista árabe. Es en ese momento cuando surge una nueva orientación en el arte hispánico".
"Sin embargo, sólo se han conservado cinco documentos de la época visigoda, escritos sobre pergamino, y todos ellos están deteriorados o son meros fragmentos. También son pocas las referencias que hay en textos históricos o hagiográficos. Una consecuencia de esto es que lo que se sabe sobre la actuación de los reyes en materia de construcción de edificios es prácticamente nada".
"En muchos de estos documentos se hace una referencia explícita al Liber ludiciorum. En cuanto a su alcance, organización y posibilidades de aplicación práctica, este código coincide en casi todos los aspectos con algunas recopilaciones de leyes que fueron oficiales en el Imperio Romano, tales como el Codex Theodosianus o Código de Teodosio del año 438".
"Independientemente de lo que se pueda pensar de los primeros códigos francos y anglosajones, el código visigodo más antiguo no es una mera copia de las leyes o costumbres tradicionales germánicas. El texto que ha sido identificado como el único fragmento superviviente del Código de Eurico es predominantemente romano en sus contenidos y en su estructura, e incluso podría decirse que lo es de manera exclusiva".
"Si el uso de la lengua gótica hubiera sobrevivido, sería difícil entender cómo podría haberse producido una absorción a gran escala de las clases superiores hispano-romanas en un nuevo sentimiento de identidad. Sin embargo, no hay prueba alguna de que se utilizara el gótico en Hispania durante los siglosVI y VII".
"Dicho en pocas palabras, mientras la Galia romana se convertía en Francia, es decir, el territorio gobernado por los reyes de los francos, Hispania nunca llegó a ser Gotia. Las razones para que esto fuera así son menos obvias que lo que a menudo se supone".