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View Full Version : Una historia de mestizaje.



Lábaru
02-05-2013, 07:22 AM
Para quien no lo conozca Arturo Pérez-Reverte es un escritor español, autor de El Capitán Alatriste y muchos otros libros, es bastante cercano a los latinoamericanos y con frecuencia expresa sus simpatías hacia Méjico. Yo a veces odio a muerte sus críticas a España pero con el tiempo he llegado a comprender un poco su manera de pensar.

Ya que en latinoamérica el mestizaje es una realidad os voy a poner una de sus historias cortas que a mi entender refleja muy bien como empezó todo, cruelmente y sin adornos, y de paso puede entretener a alguien.

Para quién tenga ganas de leer, una historia corta sobre La Noche Triste:


Llovía a cántaros. Llovía, pensó, como si el dios Tlaloc o la puta que lo parió
hubieran roto las compuertas del cielo. Llovía mientras resonaban afuera los tambores, y
los capitanes iban llegando cubiertos de hierro, sombríos, con las gotas de agua
corriéndoles por los morriones y la cara y las cicatrices y las barbas. Llovía sobre
Tenochtitlán, cubriendo la capital azteca de una noche húmeda: lágrimas siniestras que
repiqueteaban en los charcos del patio del templo mayor, y disolvían en regueros pardos
las manchas de sangre de la última matanza, la de centenares de indios mexicanos,
cuando en plena fiesta el capitán Alvarado mandó cerrar las puertas y los hizo degollar,
ras, ras, visto y no visto, hombres, mujeres y niños, por aquello de que al que madruga
Dios lo ayuda, y más vale adelantarse que llegar tarde. Los he cogido en el introito, dijo
luego Alvarado, cuando Cortés fue a echarle la bronca. Se me fue la mano, jefe, se
disculpaba, huraño. Pero por lo bajini se reía, el animal. Los he cogido en el introito.

Bum, bum, bum, bum. Apoyado en el portón, bajo la lluvia, el soldado de ojos azules
reprimió un escalofrío mientras se ajustaba el peto y ceñía la espada. A su alrededor
los compañeros se miraban unos a otros, inquietos. Al otro lado de los muros del
palacio, afuera, los tambores llevaban sonando una eternidad. Bum, bum, bum, bum.
Había toneladas de oro, pero ahora Moctezuma estaba muerto y se acababan las
provisiones y todo se había ido al carajo. Bum, bum, bum, bum. También había miles
y miles de mexicanos en la ciudad, alrededor, cubriendo las terrazas, llenando las
piraguas de guerra en los canales y la calzada entre los puentes cortados. Mexicanos
sedientos de venganza. Bum, bum, bum. Así todo el día y toda la noche, mientras en
lo alto de los templos los sacerdotes alzaban los brazos al cielo y preparaban los
sacrificios. Bum, bum, bum, bum. Aquello sonaba adentro, precisamente en el
corazón, que los más cenizos ya imaginaban fuera del cuerpo, ensangrentado, abierto
el pecho por el cuchillo de obsidiana. Bum, bum, bum. Menudo plan, pensó el soldado
mirando las caras mortalmente pálidas de los otros. Venir desde Cáceres y Tordesillas
y Luarca y Sangonera, que están lejos de cojones, para terminar abierto como un
gorrino, con las asaduras hechas brochetas en lo alto de un templo, aquí donde Cristo
dio las tres voces. Bum, bum, bum. Y además, de tanto oírlos, aquellos tambores
habían adquirido un lenguaje propio.Si uno prestaba atención podía oir que decían:
Teules malditos, perros, vais a morir todos hasta el último, y pagaréis el deshonor de
nuestros ídolos, y vuestra sangre correrá por las aras y los escalones de los templos.
Bum, bum, bum. Eso decían aquella noche, pensó estremeciéndose, los jodidos
tambores de Tenochtitlán.

Cortés, con cara de funeral, no se había ido por las ramas: tenían que romper el
cerco. Dicho en claro, eso significaba Santiago y Cierra España, todos corriendo a
Veracruz, y maricón el último. De modo que cargaron en caballos cojos y en ochenta
indios aliados tlaxcaltecas la parte del oro que correspondía al rey, y luego dijo Cortés
aquello de ahí queda el oro sobrante, más del que podemos salvar, y el que quiera que
se sirva antes de darlo a los perros. De modo que los soldados de Pánfilo de Narváez, que habían llegado los últimos, se atiborraron de botín dentro del jubón y del peto, y
bolsas atadas a la espalda, y anillos en cada dedo. Pero los veteranos que habían
estado en Ceriñola y en sitios de Flandes e Italia y llevaban con Cortés desde el
principio, y nunca se las habían visto como en el matadero de México, procuraban ir
sueltos de cuerpo, sin mucho peso. Si acaso, como Bernal Díaz y algún otro, se
embolsaron alguna joya pequeña, algún anillo de oro. Cosas que no les impidieran
correr en una huida que iba a ser, eso lo sabían todos, de piernas para qué os quiero.
Que no era bueno, como decía la mala bestia del capitán Alvarado, pasearse con los
bolsillos llenos en noches toledanas como aquélla.
http://2.bp.blogspot.com/_0k_iEUEw_Ik/SZ8QiHnMQ2I/AAAAAAAAAIg/awVT4Z5IRQY/s400/La+noche-+codicia-blog.jpg
Bumn. bum, bum. Seguía lloviendo cuando abrieron las puertas y empezaron a salir
en la oscuridad. Sandoval y Ordás en la vanguardia. con ciento cincuenta españoles y
cuatrocientos tlaxcaltecas, con maderos para reparar los puentes cortados.
http://www.vanitatis.com/cache/2009/01/02/14reverte_dentro.jpg
En el centro,
Cortés, otros cincuenta españoles y quinientos tlaxcaltecas con la artillería y el quinto
del tesoro correspondiente al rey. Después salieron los heridos, los rehenes, doña
Marina y las otras mujeres, protegidos por treinta españoles y trescientos tlaxcaltecas,
entremetidos entre los capitanes y la gente de Narváez. Y por fin, Alvarado y Velázquez
de León en la retaguardia, con un grupo de los cien soldados más jóvenes que debían
moverse a lo largo de la columna, acudiendo allí donde el peligro fuese mayor. Eso, en
teoría. En la práctica no había más órdenes que andar ligeros, pelear como diablos y
abrirse paso por los puentes y la calzada como fuera. A partir de cierto punto, cada uno
cuidaría de su pellejo. Dirección: primero Tacuba y luego Veracruz. Eso, los que
llegaran.

Era el turno de los últimos. Tiritando de frío bajo la lluvia, el soldado de los ojos
azules terminó de atarse el saco de oro sobre el hombro izquierdo, se ajustó el
barbuquejo del morrión, sacó la espada y echó a andar. El agua sobre los ojos lo cegaba,
y la oscuridad le impedía ver dónde iba poniendo los pies. La columna se movía con
ruido de pasos, oraciones, blasfemias, rumor metálico de armas y corazas. Iba a ser un
largo camino, se dijo. Tacuba, Veracruz, Cuba, España. El peso del oro lo reconfortaba.
Había venido muy lejos a buscarlo, había peleado y sufrido y visto morir a muchos
camaradas por ese oro. Él tenía la certeza de que iba a salir con bien de aquélla; y a su
regreso ya no tendría que arar la tierra ingrata en la que había nacido, seca y maldita de
Dios, tierra de caines esquilmada por reyes, curas, señores, funcionarios, recaudadores
de impuestos y alguaciles; por sanguijuelas que vivían del sudor ajeno. Con aquel oro
tendría para vivir bien y hacer una buena boda, para poseer su propia tierra y su propia
casa. Para envejecer tranquilo, como un hidalgo, contándole a sus nietos cómo
conquistó Tenochtitlán. Para morir anciano y honrado sin deber nada a nadie. porque
hasta el último gramo de oro lo había ganado con su sangre, sus peligros, sus combates,
su salud y su miedo.


Continúa...

Lábaru
02-05-2013, 07:25 AM
Sintió un hueco en el corazón, y antes de ser consciente de su pensamiento, supo
que pensaba en ella. Los soldados que iban delante se habían parado, y allí, inmóvil
bajo la lluvia, mientras esperaba a que la columna reanudara su marcha, recordó. Sólo
era una india, se dijo. Sólo era una de esas indias. Las había a cientos, y ésta no tenía
nada de particular. No era ni especialmente bonita ni especialmente nada. Pero él la
encontró en el momento oportuno, al principio, cuando las relaciones de españoles y
mexicanos aún eran buenas. Se la había tirado como lo que era: una perra pagana. Se
la había tirado disfrutándola, con rudeza. Sin embargo, ella le cobró afición al teule
barbudo de ojos azules; volvió un día tras otro, y él repetía hembra entre las bromas groseras de sus compañeros. Qué la das, decían socarrones. Aquella mexicana se le
quedaba mirando los ojos y lo acariciaba hablando cosas extrañas en su lengua. Era
muy joven y muy triste; no se reía nunca, como si viviera envuelta en un
presentimiento. Un día, ella le dio a entender que estaba preñada, y él se lo contó a los
otros y todos se rieron mucho. Luego se la calzó por última vez antes de echarla a
patadas, a ella y al bastardo pagano que llevaba en la tripa. Sin embargo, a la segunda
o tercera noche en que no volvió, se sintió extraño. Anduvo un par de días buscándola,
sin admitirlo ni siquiera ante si mismo. Pero no dio con ella. Por fin reconoció, aunque
tarde, que añoraba su piel sumisa, y el tono quedo de su voz cuando lo acariciaba, y
aquella mirada oscura que a veces fijaba en él, orgullosa y lúcida e inconquistable allá
adentro; y experimentaba una indefinible nostalgia de algo que apenas había llegado a
conocer. Pensaba en aquella india con un hueco raro en el corazón, igual que el que
sentía esta noche. Un hueco cuya intensidad superaba, incluso, la del miedo.

Porque el miedo ya era mucho. Los tambores habían acelerado su batir, y
Tenochtitlán entera resonaba de trompetas y gritos de los mexicanos alertados: se van,
los teules se van, acudid y atajadlos y que no quede uno con vida. Y de la noche surgían
cientos y miles de guerreros que caían en turba sobre la columna, y la laguna y los
canales se cubrían de canoas de indios vociferantes, y los pasos y los puentes se
taponaban de caballerías muertas, y de fardos con oro abandonados, y de mexicanos
armados y feroces tirando con lanzas y flechas y mazas. Resbalaban los caballos en la
calzada mojada de lluvia y caían los hombres desventrados, gritando, a los canales, y
avanzaban los españoles en la oscuridad, por los vados a medio llenar de los puentes. el
agua por la cintura, lastrados por el peso del oro bajo el que se ahogaban muchos. Atrás,
volvamos, gritaban algunos, corriendo a encerrarse de nuevo allí de donde ya no
saldrían jamas. Otros apretaban los dientes y seguían entre la turba de indios,
arremetiendo a cuchilladas, adelante, adelante, a Tacuba y Veracruz o al infierno esta
noche: y Cortés y los que iban a caballo se alejaban ya a salvo picando espuelas con la
vanguardia, dejando muy atrás los puentes y a los que iban a pie, dejando atrás a esa
retaguardia sumergida bajo miles de mexicanos sedientos de venganza, a la retaguardia
que ya no era sino un desorden de hombres luchando a la desesperada por abrirse paso,
gritos por todas partes, gritos de los hombres que clavaban las espadas ensangrentadas,
gritos de los heridos y agonizantes, gritos de los mexicanos que caían con valor inaudito
sobre los soldados rebozados de hierro, sangre y fango de los canales, gritos de los
españoles apresados a quienes cortaban los tendones de los pies para que no escapasen,
antes de arrastrarlos vivos hasta las pirámides de los templos, donde los sacerdotes no
daban abasto y la sangre corría en regueros espesos bajo la lluvia.

El soldado de los ojos azules peleó con bravura, a la desesperada, chapoteando en el
barro, abriéndose paso a estocadas. El saco de oro le pesaba en el hombro pero no quiso
dejarlo. Había ido muy lejos a buscarlo, y no pensaba regresar sin él. Avanzaba con un
grupo de compañeros, batiéndose todos como perros salvajes, matando y matando sin
tregua.,y de vez en cuando alguno de ellos caía o era arrancado por las manos de los
mexicanos y se oían sus gritos mientras se lo llevaban. La noche era cada vez más negra
y turbia de bruma y lluvia, y en lo alto de los templos las antorchas ardían iluminando
siluetas que se debatían en lo alto de los peldaños rojos, y los cuchillos de obsidiana
bajaban y subían sin descanso, y seguían sonando los tambores. Bum. bum, bum. bum.
Pero el soldado de los ojos azules ya no oía los tambores porque su corazón latía aún más fuerte en su pecho y en sus timpanos. Las piernas se le hundían en el barro y el
brazo le dolía de matar. Una piragua vomitó más guerreros aullantes que se abalanzaron
sobre el grupo, y éste se deshizo, y se oyó la voz del capitán Alvarado diciendo corred,
corred que ya no queda nadie detrás, corred cuanto podáis y que cada perro se lama su
badajo. Y luego todo fue una carnicería espesa, tunc, y cling, y chas, carne desgarrada y
golpes de maza y tajos de espadas, y el soldado oyó más gritos de españoles que morían
o pedían clemencia mientras los arrastraban hacia los templos, y se dijo: yo no. El hijo
de mi madre no va a terminar de ese modo. Llegaré a Veracruz y a Cuba y a España, y
compraré esa tierra que me espera, y envejeceré contando mil veces cómo fue esta
asquerosa noche. El oro le pesaba cada vez más y lo hundía en el barro, pero no quiso
dejarlo, no lo dejaré nunca, he pagado por cada onza, y sigo pagando. Vio ante si unos
ojos oscuros como los de aquella india en la que pensaba a trechos, pero éstos venían
llenos de odio y la mano que se alzaba ante él enarbolaba una maza. Se abrazó al
mexicano, un guerrero águila pequeño y valiente, y abrazados rodaron por el fango,
golpeando el otro, acuchillando él.
http://3.bp.blogspot.com/_0k_iEUEw_Ik/SZ8Rb2wuS_I/AAAAAAAAAIo/AYttW6INPqk/s400/noche_04_solo-+blog+copia.jpg
Tajó en corto con la daga, porque había perdido la
espada. Sácame de aquí, Dios, sácame de aquí, Dios de los cojones, sácame vivo,
maldito seas, sácame y la mitad de este oro la emplearé en misas, y en tus condenados
curas, y en lo que te salga de los huevos. Llévame vivo a Veracruz. Llévame vivo a
Tacuba. Llévame vivo aunque sólo sea hasta el próximo puente, que ya me las apañaré
yo luego.

Lábaru
02-05-2013, 07:26 AM
Siguió adelante, y ya ningún otro español iba a su lado. Soy el último, pensó. Soy el
último de nosotros en este puñetero sitio. Soy la retaguardia de una vanguardia que ya
está a una legua de aquí. Soy la retaguardia de Cortés y de su puta madre, y este oro me
pesa tanto que ya no puedo caminar. Estaba cubierto de barro y de agua y de sangre
suya y mexicana, y los pies se negaban a moverse, y el brazo le dolía de tanto
acuchillar. Estaba ronco de dar gritos y le ardían los pulmones y la cabeza: pero el
hueco del corazón seguia allí y no podía dejar de pensar en ella. Estará en alguna parte
de esta ciudad con su bastardo en la tripa, mirando lo que pasa. Mirando cómo a los
teules nos hacen filetes. Igual hasta piensa en mi, igual se pregunta si he logrado pasar.
Igual hasta siente que me vaya.

Más indios. Ahora ya no intentó escapar. Carecía de fuerzas, así que acuchilló
resignado, una y otra vez, cuando la turba le cayó encima dando alaridos. Acuchilló a
tajos con una mano sobre el saco de oro y la daga en la otra hasta que sintió un golpe en
la cabeza, y luego otro, y otro, y varias manos lo sujetaron, y aún intentó clavarles la
daga hasta que comprendió que ya no la tenía. Entonces le arrancaron el saco de oro y
se lo llevaron por la calzada bajo la lluvia, a la carrera, arrastrando los pies por el suelo,
hacia una de las pirámides cuyos escalones brillaban rojos a la luz de las antorchas en
las que crepitaba la lluvia. Y gritó, claro. Gritó cuanto pudo, desesperado, de forma muy
larga, muy angustiada, a medida que lo iban subiendo a rastras pirámide arriba. Gritó de
pavor ante la multitud de rostros que lo miraba, y de pronto dejó de gritar porque la
había visto a ella. La había visto allí, entre la gente. observándolo fijamente con
aquellos ojos grandes y oscuros. Lo miraba como si quisiera retenerlo en su memoria
para siempre; y él apenas tuvo tiempo de verla un instante, porque siguieron
arrastrándolo hasta el altar ensangrentado, que rodeaban cadáveres de españoles con las entrañas abiertas. Ahora oía otra vez los tambores. Bum, bum, bum. Tiene huevos
acabar así, pensó. Bum, bum, bum. Es un lugar extraño, y nunca imaginé que fuese de
esta manera. Sintió cómo lo levantaban en vilo, tumbándolo boca arriba sobre el altar
mojado que olía a sangre fresca. a vómitos de miedo, a vísceras abiertas. Le quitaron el
peto, el jubón y la camisa. Sentía un terror atroz, pero se mordió la lengua para no
gritar, porque ella estaba allí, alrededor, en alguna parte, y él sabia que seguía
mirándolo. Varias manos le inmovilizaron brazos y piernas. Quiso rezar, pero no
recordaba una sola palabra de maldita oración alguna. Tenía los ojos desorbitados, muy
abiertos a la lluvia que le caía en la cara. y de ese modo vio el cuchillo de obsidiana
alzarse y caer sobre su pecho, con un crujido. Y en el último segundo, antes de que la
noche se cerrara en sus ojos, aún pudo ver latir en alto, entre las manos del sacerdote, su
propio corazón ensangrentado.

CVCV
02-05-2013, 09:17 PM
Muy buen relato. Ya le dieron el premio Cervantes a Reverté? Si aún no se lo dieron, pienso que se lo darán pronto.

Black Sun Dimension
02-05-2013, 09:25 PM
No conocía este autor, me gusta su estilo. Pero yo no soy de los que leen novelas...así que creo que Mel Gibson debería hacer la secuela de Apocalypto y narrar una historia similar. :) Quizá hasta este tipo le ayuda a escribir el guion. :D

Lábaru
02-06-2013, 05:59 AM
El relato de Reverte se basa en un cuadro de la época:
http://dolorescobach.files.wordpress.com/2009/06/nino-moreno-de-ojos-azules.jpg

en el que vemos a varios españoles comerciando en las Indias y a una nativa con un niño de piel morena y ojos azules, uno de los primeros mestizos de América.

Aquí se cuenta un episodio de la “Noche triste”, la que fue del 30 de junio al 1 de julio de 1520, en la cual murieron en la capital azteca de Tenochtitlán muchos soldados españoles del ejército de Hernán Cortés, cercados por miles de indígenas sedientos de venganza. Entre los primeros estaba Bernal Díaz del Castillo, que más tarde pasaría de conquistador a cronista cuando escribió su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en cuyas páginas está la primera fuente de lo narrado en estos Ojos azules.

Armand_Duval
03-21-2013, 04:17 PM
Ya había leído la historia y está muy buena, es una narración dramática y de final desgarrador con el soldado español recostado en la piedra de los sacrificios y sus últimos pensamientos.

De Pérez Reverte solo he leído Cabo Trafalgar, ampliamente recomendable.

http://t3.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSPyo_45QkKeyEDt0860duomHpNfM61b yukgyKa8TLXeAPHX_9n

B01AB20
03-21-2013, 07:07 PM
hace poco leí en el periódico que un 'hispanista' :) francés tenía la que parece bien fundada teoría de que 'la verdadera historia de la conquista...' no la escribió Bernal Diaz sino el mismo Hernán Cortés, que así tendría mas libertad de expresión que escribiendo bajo su propio nombre.

Querubín
03-21-2013, 07:38 PM
hace poco leí en el periódico que un 'hispanista' :) francés tenía la que parece bien fundada teoría de que 'la verdadera historia de la conquista...' no la escribió Bernal Diaz sino el mismo Hernán Cortés, que así tendría mas libertad de expresión que escribiendo bajo su propio nombre.

No seria raro. Siempre ha sido muy habitual el uso de pseudonimos

Armand_Duval
03-22-2013, 01:03 AM
hace poco leí en el periódico que un 'hispanista' :) francés tenía la que parece bien fundada teoría de que 'la verdadera historia de la conquista...' no la escribió Bernal Diaz sino el mismo Hernán Cortés, que así tendría mas libertad de expresión que escribiendo bajo su propio nombre.

¿Para que haría Cortés eso si él mismo escribió las Cartas de Relación de la Conquista de la Nueva España?.... ¿para que escribir todo dos veces?.

Además en segundo lugar el Libro de Bernal Díaz está escrito o narrado de una manera llamémosle, "rudimentaria" de un hombre sin preparación académica mientras que Cortés era un hombre letrado, al menos el libro tendría un mucho mejor estilo de haberlo escrito Cortés también.

B01AB20
03-22-2013, 01:31 AM
¿Para que haría Cortés eso si él mismo escribió las Cartas de Relación de la Conquista de la Nueva España?.... ¿para que escribir todo dos veces?.

Además en segundo lugar el Libro de Bernal Díaz está escrito o narrado de una manera llamémosle, "rudimentaria" de un hombre sin preparación académica mientras que Cortés era un hombre letrado, al menos el libro tendría un mucho mejor estilo de haberlo escrito Cortés también.

pues mira, lo busco mañana... y te posteo el artículo, o al menos conociendo su nombre se podrá obtener información.

ahora solo recuerdo que era francés y que había escrito un libro donde desarrollaba su teoría.

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Humanismo y maldad
Según el hispanista francés Christian Duverger, la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España no es original de Bernal Díaz del Castillo, sino de Hernán Cortés, comandante de la reducida


http://www.revistarambla.com/v1/letras-y-cuentos/1557-humanismo-y-maldad

bueno, ahora leelo y cuentame como valoras esa teoría. :)

Armand_Duval
03-23-2013, 12:29 AM
Humanismo y maldad
Según el hispanista francés Christian Duverger, la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España no es original de Bernal Díaz del Castillo, sino de Hernán Cortés, comandante de la reducida


http://www.revistarambla.com/v1/letras-y-cuentos/1557-humanismo-y-maldad

bueno, ahora leelo y cuentame como valoras esa teoría. :)

Ya leí el artículo y en realidad solo menciona la teoría del Antropólogo francés.

El artículo está en un estilo sumamente rebuscado, en un afán de parecer sofisticado e intelectual el autor termina "cantinfleando".

Ahora bien en cuanto a la teoría de Duverger habría que leer mas a fondo su justificación. Yo soy un estudioso del tema y la verdad no creo que sea así, pero definitivamente no soy quien para compararme con el Antropólogo francés poseedor de semejante currículum, por algo lo dirá.

B01AB20
03-23-2013, 12:51 PM
Ya leí el artículo y en realidad solo menciona la teoría del Antropólogo francés.

El artículo está en un estilo sumamente rebuscado, en un afán de parecer sofisticado e intelectual el autor termina "cantinfleando".

Ahora bien en cuanto a la teoría de Duverger habría que leer mas a fondo su justificación. Yo soy un estudioso del tema y la verdad no creo que sea así, pero definitivamente no soy quien para compararme con el Antropólogo francés poseedor de semejante currículum, por algo lo dirá.

no encontré el artículo de prensa donde leí sobre el asunto, así que puse ese enlace donde en realidad no dice que razones expone duverger pero por si querías investigar sabiendo el nombre del hispanista, que no antropólogo, duverger.

el el artículo si explicaba los fundamentos de su teoría y era bastante convincente para los que no saben mucho sobre la materia.
hablaba de imposibilidad de autoría de bernal díaz por asunto de fechas y de la inexistente relación entre bernal y hernán para que aquel escribiera tantos pensamientos 'privados' de hernán cortés y otras cosas.

Armand_Duval
03-23-2013, 01:54 PM
Hombre, que si es antropologo, de hecho es muy conocido en Mexico,


Christian Duverger nació en 1948 en Burdeos, Francia. Tiene un doctorado de la Universidad de París (Sorbona). Es profesor de la cátedra de antropología de Mesoamérica en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales. Se ha dedicado al estudio de las culturas precolombinas y ha realizado trabajos, en México y en América Central, en el ámbito de la arqueología y la antropología.
Fue consejero cultural de la embajada de Francia en México. Durante su estancia en ese país fue colaborador del Instituto Nacional de Antropología e Historia y profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México. También ha sido profesor en la Universidad de Guadalajara, Jalisco, México.
http://es.wikipedia.org/wiki/Christian_Duverger

Armand_Duval
03-23-2013, 04:18 PM
Bernal Díaz escribió su famoso libro o mas bien dictó el libro a alguien mas supuestamente cuando ya era un anciano.

¿Qué tendría de raro que uno de los expedicionarios, en este caso Díaz del Castillo, escribiera o hiciera un relato de la conquista de México?...de hecho a mi se me hace raro que haya habido tan pocos cronistas dentro de la fuerza expedicionaria de Cortés, siendo solamente Cortés y Díaz del Castillo los únicos que hacen una narración.

¿Si Cortés escribió el libro Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, porque lo escribió en ese estilo tan rudimentario siendo Cortés un hombre de instrucción y gran facilidad de palabra?.

Quien haya leido las Cartas de Relación de la Conquista de la Nueva España e Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España se dará cuenta de la diferencia de estilos.

El Libro de Díaz del Castillo es un poco pesado de leer por su estilo por momentos difícil de entender aunque resulta bastante interesante para los apasionados del tema-lo he leido dos veces-, no es un libro que se preste para que cualquiera lo agarre.

Cartas de Relación es por el contrario uno de mas fácil lectura aunque "adornado" con la etiqueta de la época que en un momento dado lo puede hacer pesado también pero en otro sentido distinto al de Díaz, la diferencia de estilos es abismal.

Cortés era un hombre vanidoso y deseoso de recibir fama y fortuna, títulos y demás....¿Porqué no acreditarse también la autoría del libro en cuestión?...

No se, son solo cuestiones que me saltan y me hacen dudar de la teoría de Duverger, aunque como ya lo mencioné antes Duverger es una eminencia de estos temas, yo solo soy un aficionado, habría que profundizar en el plantreamiento de Duverger para poder decir algo mas.

B01AB20
03-23-2013, 05:39 PM
aquí se explica el hombre, en la TV mexicana :)


http://www.youtube.com/watch?v=GM_xJ9XAKos

Armand_Duval
03-23-2013, 06:16 PM
^^^^^Interesantísima teoría, así como lo plantea Duverger hace mucho sentido.

Habrá que conseguir "Crónica de la Eternidad".

Pudiera ser que es como dice Duverger.

Se supone que Bernal Díaz ya viejo dicta sus memorias a una persona quien es el que las escribe y estas constituyen el Libro.

Bien pudiera ser así como señalan que el manuscrito se lo dió Martín Cortés a Bernal Díaz y despues el hijo de este último lo acredita como memorias de su padre.

Lo único que habría que explicar es ¿porque el estilo rudimentario del Libro?... No checa con Hernán Cortés.

Tampoco el que Cortés no mencione él en lo personal a Díaz del Castillo nunca no significa que no estuviera cerca....Cortés tampoco menciona a muchos otros soldados y eso no significaba que no estuvieran alli, fuera de Cristóbal de Olid, Pedro de Alvarado, Gonzalos Sandoval que eran los capitanes, Cristobal de Olea que muere salvando la vida de Cortés en Xochimilco y unos cuantos mas Cortés no es muy dado de mencionar a gente de la tropa.


Pero hace mucho sentido la teoría.