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Ahora que lo pienso no les conté la mejor de todas. Viviendo en Costa Rica y estando yo en la pequeña marisqueria que pusimos por unos junto años con mi cuñado, entró un señor que me vio y empezó a hacer ademanes sin hablar a lo que yo supuse que el tipo era sordomudo.
Pero de pronto saludó y yo le dije "-Buenas tardes estimado ¿en qué le puedo servir?"...
Entonces el hombre se vio aliviado y me dijo que que bueno que yo hablaba español, porque al principio creyó que yo era como de esos lados (mencionó el Libano) y que por eso no hallaba la mejor manera para comunicarse.
La cuestión es que al decirme eso me puso en un tremendo aprieto porque por dentro yo estaba muerto de la risa y no sabía cómo carajo hacer para que no se me notara.
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