La historia, propia de los mejores tiempos de Berlanga, comenzó con una llamada de José Luis al 091 pidiendo la ayuda de una dotación policial porque en la puerta de "su" casa había un hombre exigiendo entrar.
Cuando llegaron, los agentes se encontraron con que la casa era la que unas decenas de personas "okuparon" el pasado sábado tras un enfrentamiento con la Policía, que pretendía así evitar la entrada de los okupas en una propiedad privada.
En la puerta, un hombre de color apelaba a la solidaridad de los ocupantes de la vivienda para pasar la fría noche a cubierto. Y arriba, viéndolo todo desde un balcón, el okupa que había llamado a la Policía para que lo echaran de allí. Claro que sólo hizo eso, llamar a la Policía, porque cuando los agentes le pidieron que bajara a identificarse negó la mayor y dijo que nones, que si bajaba lo detenían a él por okupa. Y claro, no lo iba a poner tan fácil.
Al final, el inmigrante indigente, Hassane W.B., de 33 años, se alejó de la corrala "La ilusión" sin lograr la ilusión propia de pasar la noche a cubierto, aunque fuese en un rincón de un pasillo, según le dijo a los policías.
Mientras se alejaba del lugar, los agentes oyeron a Hassane quejarse amargamente. Al fin y al cabo, con él, la solidaridad de los okupas había hecho aguas.
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