Liberan a Caro Quintero
Jamás, ni remotamente, me imaginé que en algún momento de mi vida iba a hablar de la liberación de Rafael Caro Quintero.
A mí me tocó todo ese escándalo cuando era estudiante. El señor era el enemigo público número uno en una época donde los narcotraficantes no eran las estrellas de cine y de la televisión que son ahora.
El solo hecho de pronunciar su nombre daba miedo. Créame, a lo mejor usted es muy joven y no lo vivió o ya no se acuerda, pero cuando a Caro Quintero lo metieron a la cárcel, algo cambió.
En aquel momento ni siquiera se podía hablar con libertad de las drogas en los medios de comunicación. Lo más que se decía en la televisión abierta eran delitos en contra de la salud.
Por supuesto, no había narcotelenovelas como las de ahora con sexo, consumo y violencia, y los noticiarios cuidaban hasta el más mínimo detalle en cada palabra, en cada toma.
Imagínese usted, en aquel México de 1985, que de repente se da la nota de la captura de este personaje, que se comienzan a pronunciar palabras prohibidas como mariguana y cocaína, y que se empiezan a dar detalles de aquellos delitos, de aquellos plantíos, de aquellos asesinatos y de aquellos derroches.
¡Era lo inconcebible de lo inconcebible! ¡El colmo de la delincuencia! ¡La cúspide de la maldad!
Creo que, por primera vez desde que tenía uso de razón, la mayoría de las familias mexicanas, en lugar de hablar de Chabelo, Chespirito y Raúl Velasco, se pusieron a hablar de drogas, crímenes y narcotráfico.
A lo mejor profundizaron, a lo mejor no, pero muchas personas estábamos horrorizadas y le pusimos al tema las peores etiquetas sociales.
Rafael Caro Quintero se convirtió en sinónimo de algo muy malo, en “el narco de narcos”, y a partir de ahí, todo lo que tuviera que ver o con este señor o con el narcotráfico tenía que ser repudiado.
Póngase usted a pensar, por favor, en lo que para un mexicano que vivió aquella época significa que ahora, en pleno siglo XXI, cuando se supone que estamos mejor que antes, este personaje haya salido de la cárcel por algo así como un error administrativo. ¡Es una locura!
¿Entonces qué fue lo que pasó en 1985? ¿Sí fue cierto lo que se dijo o no? ¿Adónde se fue la justicia? ¿Adónde se fue la moral?
¿Entonces sí está bien que uno siembre mariguana y la venda? ¿Sí está bien que uno compre y venda cocaína? ¿Se vale que uno secuestre y asesine? Y si esto se vale, ¿cuáles son las cosas que no se valen?
A lo mejor don Rafael ya pagó por sus delitos. ¡Perfecto! Pero lo que nos están diciendo en los medios no es eso, es algo así como que las autoridades se equivocaron en haberlo encerrado, “usted disculpe” y “que le vaya bien”.
Perdón pero yo creo que así como las autoridades se pulen para que nos queden claras otras cuestiones, aquí merecemos una explicación más amplia, algo que nos haga entender qué pasó ahí, y qué cosas, a partir de ahora, van a estar bien y qué cosas, mal.
Venimos de muchos años de guerra en contra del narcotráfico, de decenas de miles de muertos y de la más escandalosa cantidad de historias de terror. ¿Y ahora nos salen con esto?
¿Cuál es el mensaje que una liberación así nos está mandando a nosotros como sociedad? ¿Cuál es el mensaje que una liberación así les manda a otros delincuentes, al mundo?
¿Por qué justo ahora uno de los grandes temas que se están debatiendo es el de la legalización de la mariguana?
¿Por qué después de lo que pasó con La reina del Pacífico, en medio de tantos procesos tan ruidosos y todavía con el fantasma de Florence Cassez?
¿Será que la justicia ahora también es relativa?, ¿será que es sexenal?, ¿o que se aplica a conveniencia del momento o del interesado?
¿Por qué últimamente nos la pasamos de error administrativo en error administrativo? ¿Será que en México nadie sabe llevar bien un proceso legal?
Y luego todo, muy temprano, en viernes de fin de vacaciones, como para que la nota no alcance a tener réplica inmediata en los medios que más pudieran cuestionar.
Jamás, ni remotamente, me imaginé que en algún momento de mi vida iba a hablar de la liberación de Rafael Caro Quintero.
Ahora, lo que me preocupa es lo que sigue. ¿A quién más van a liberar? ¿Bajo qué términos? ¿A quién sí van a castigar? ¿Quién, para la nueva justicia mexicana, merece pisar la cárcel y quién no? ¡Quién!
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