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the language spoken in balearic islands before the roman conquest:
2.3.- Descripción lingüística del paleobalear
Como primera providencia, la escasez de testimonio dificulta establecer conclusiones
de alcance general, ya que muchas inferencias (la ausencia de r- inicial, la falta de
grupos oclusiva+ líquida, etc.) deben obtenerse a partir de un número escaso de
evidencias, insuficiente en ocasiones para generalizar con las suficientes garantías.
En segundo lugar, y no menos importante, queremos repetir que no hay indicios
inequívocos de que se pueda asegurar que en Mallorca se hablaba una sola lengua ni
tenemos la certeza de que el material onomástico recopilado pueda asignarse a un solo
idioma. Podría haberse dado una sucesión de estratos lingüísticos previos a la
romanización, de cada uno de los cuales habrían llegado restos dispersos. O incluso
podrían haber convivido lenguas distintas, más o menos relacionadas entre sí, hasta el
momento en que se extinguieron reemplazadas por el latín.
A nivel morfológico, la evidencia de un final átono –Vr, sea cual sea su interpretación
morfológica, es incontrovertible y no hay motivo para pensar que haya de corresponder
a un estrato lingüístico anterior al que representan los baleáricos del postalayótico, es
decir, que los nombres de lugar en –r sean en realidad “prebaleáricos” y que hayan
sufrido una adaptación en su fonética para adecuarlos al paleobalear. Obviamente,
tampoco hay motivo para pensar lo contrario. Lo mismo vale para el resto de sufijos
que hemos aislado. La escasez de ejemplos de un paradigma morfológico, o sea, de un
mismo lexema compuesto con diferentes sufijos, es un obstáculo a la hora de
determinar si los sufijos identificados son compatibles con el mismo estrato lingüistico.
Las mismas observaciones valen para Menorca, donde la pobreza de materiales
lingüísticos es aún mayor. La menor extensión de la isla proporciona, por razones de
mera proporcionalidad, menor número de topónimos, siendo además más tardías las
primeras documentaciones de muchos de ellos. Todo ello revierte, naturalmente, en
una mayor dificultad para desentrañar las características del estrato toponímico más
antiguo.
Igualmente, la conexión lingüística entre las dos islas se sustenta en unas pocas
coincidencias. La fonética de los topónimos parece responder a los mismos parámetros
y hay algún lexema que parece común, pero es poco lo que se puede argumentar con
fundamento en este sentido. El final átono –Vr, tan típico de la toponimia más antigua
de Mallorca, carece de ejemplos seguros en Menorca, como se ha dicho, simplemente,
tal vez, debido a hechos fonéticos atribuibles al superestrato catalán.
Por lo demás, hay algún ejemplo de final coincidente. En algún caso, como el final –ón-
, puede resultar simplemente de la adaptación de finales indígenas diversos a la
flexión latina. En otros, se puede interpretar plausiblemente como un indicio de
conexión. Así,
406
1.-los finales en -uja / úger: Malbúger, Trebelúger ant. Malbuja, Trebeluja (Men.) que
coinciden -parcialmente- con el final del nombre de lugar Tabuger (Mall.).
2.-también el final –ór parece estar representado en ambas Baleares, aunque ya nos
hemos sugerido que en algunos casos al menos es probablemente de origen latino o
árabigo.
3.-la coincidencia parcial entre Alpara en Mallorca y Alpare en Menorca es
suficientemente convincente para argumentar a favor de una identificación entre
ambos topónimos.
4.-un radical común *yal- en Laiar < *yalár ( Mall.) y Alaior < *yalór (Men.) es, de
hecho, el único ejemplo de lexema documentado - con distinto sufijo - en ambas islas
con certeza.
5.-la ecuación entre NL menorquín Atàlix ( y var.) y NL Atalic<x?> ( y var.) es menos
sólida, pero igualmente parece viable.
6.-Cabe incluir aquí coincidencias que abarcan a las Pitiusas,
*tak- Tagomago NL mallorquín Tacàritx
*mag- Tagomago NL menorquín Mago
*morn- Morna NL mallorquín Morneta
Aunque ya hemos apuntado que, a tenor de las evidencias históricas, parece más
probable interpretarlo a partir de la difusión de términos del substrato paleobaleárico
en el latín vulgar de la zona.
Aunque la evidencia lingüística no es ni mucho menos abrumadora, quizás
simplemente por la falta de materiales idóneos, no es necesario, pues, excluir que la
indudable conexión cultural entre las islas que se constata a partir del Bronce haya ido
acompañada de una identidad lingüística. Analizando los escasos testimonios de que
disponemos e intentando abstraer sus rasgos lingüísticos comunes, se podría trazar el
bosquejo plausible de una única lengua, con una fonética coherente y homogénea y
rasgos morfológicos compartidos.
Evidentemente, la transmisión de la onomástica balear a través del latín y del árabe,
con las adaptaciones y modificaciones que ello haya podido conllevar, resta validez a
las conclusiones a que se puedan llegar en relación a la lengua original. Sin embargo,
creemos que, a la vista de los testimonios que hemos podido compilar, se pueden
extraer una serie de conclusiones, con las debidas reservas, pero con relativa
seguridad. La adaptación siempre tiene tendencia a la sistematicidad, y en base a ello,
407
pese a alguna que otra distorsión, siempre es posible reconstruir al menos una sombra
de la imagen original.
2.3.1.- Fonética
2.3.1.1.- Vocalismo
En cuanto al vocalismo, se distinguen perfectamente las cinco vocales a tenor de lo que
nos transmiten los nombres antiguos, si bien la información es tan escasa que nos
impide disponer de las suficientes certezas. Nada impide pensar en un vocalismo más
amplio, reducido para encajarlo al esquema latino.
El vocalismo de los topónimos de época posterior puede cuadrar perfectamente con
este modelo, si bien la mediación del latín y del árabe resta cualquier utilidad a este
testimonio.
Partiendo de la premisa de que el vocalismo paleobalear corresponde con el esquema
del triángulo vocálico con cinco vocales y que, por lo tanto, no sufrió ninguna
deformación significativa en su adaptación al latín, es plausible asumir que la
evolución del vocalismo tónico debe ser la misma que se ha constatado en el examen
del vocalismo latino (vid. supra para las fluctuaciones).
El resultado de la evolución vocálica en el protorromance insular invita a pensar en la
existencia de una oposición de cantidad en paleobalear. Así, en el estudio de los
términos latinos y su evolución en el protorromance balear, se observan diferentes
resultados para los mismos timbres en posición tónica1989. Juzgando a partir de este
hecho, parece evidente que los topónimos de origen paleobalear deben haber seguido la
misma evolución y por ello hay que inferir que, al menos en su adaptación al latín,
contuvieron vocales largas. Hasta qué punto ello refleja un rasgo distintivo del
paleobalear o se trata simplemente de un epifenómeno debido a los procesos siempre
un tanto azarosos de la adaptació de nombres propios a lenguas ajenas, queda en
suspenso1990
.
1989 Vid. 2.2.2.4.4.1.1.
1990 Téngase en cuenta, para ponderar el incierto equilibrio entre tendencias prosódicas, casos
como los NL franceses como Bourges/ Berry.
vocales
a Icesta, Mago, Iammo, Sanisera
e Icesta, Sanisera
i Tuci(m), Sanisera, Icesta
o Bocchorum, Mago, Iammo
u Guium, Tucim
408
Vocalismo tónico
paleobalear latín protorromance ár.vulg cat.
/a/ /ă/ /ă/ /a/ /ā/ / a/
[e] [a]
a
/ā/ /ā/ e
/e/ /ě/ /ě/ / / /i/ /ī/
[e] [i]
e
/ē/ /ē/ /e/ ɛ
/i/ /ĭ/ /ĭ/ i
/ī/ /ī/ /i/ /ī/ / i/ i
/o/ /ŏ/ /ŏ/ / / /u/ /ū/
[u] [o]
o
/ō/ /ō/ /o/ ɔ
/u/ /ŭ/ /ŭ/ u
/ū/ /ū/ /u/ / u/ /ū/ u
Hay que destacar que en la documentación medieval se testimonian oscilaciones
gráficas a/e/i de un lado y de o/u por otro. Sin duda, se debe a una contaminación
entre la forma culta árabe y la forma popular de tradición oral, que reflejaría más o
menos fielmente la forma protorromance y de la cual derivan las formas vivas
actuales.
En el caso de las vocales finales, el análisis de la toponimia de origen romance asegura
la eliminación generalizada, aunque no obligatoria, de la –o y la –e latinas, que se
puede extender verosímilmente a los términos de origen paleoabalear.
En otros casos, es indecidible, por lo que en las reconstrucciones escribiremos
simplemente V para señalar la presencia de una vocal cuyo timbre desconocemos en
absoluto.
Por hipótesis, admitimos que la vocal original es la más antigua documentada.
Así, se dan los siguientes patrones
-Concordancia entre la forma antigua (o medieval) y la actual en
Míner Minur < * mínor-/ *mínurInca Incan < * ínkanBúger Buja(r) <* búgir-/ *búgerMalbúger Malbuja <*malbúgi
-Timbre abierto actual frente a timbre cerrado antiguo
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Selva Xilvar < * sílwar- / *sílbarBóquer Buchar Bocchorum
-Oscilación temprana del timbre
Síller Xilur / Xelur < *sílyorSóller Suliar/ Zoler < *sólyarA la vista de los ejemplos anteriores, lo más razonable sería pensar que las grafías
medievales reflejan el esfuerzo por reproducir el vocalismo árabe, que coincide
imperfectamente con el romance. Da la impresión que, al menos en parte, la formas
escritas antiguas intentan reflejar una pronunciación árabe culta, más fiel al esquema
trivocálico, mientras que las formas actuales son la evolución de las formas populares
de la lengua oral, que habría mantenido en cierta medida la pronunciación del
protorromance insular.
La persistencia del timbre i/u en sílaba tónica podría apuntar a la existencia de
vocales largas paleobaleáricas, con evolución regular a través del latín, aunque, como
se ha dicho, no es la única explicación y se puede considerar que las formas catalanas
son adaptaciones un tanto arbitrarias de las formas árabes, a su vez adaptaciones más
o menos fieles de las formas latinas precedentes1991
.
Así, la u tónica de Búger implicaría una u larga en el vocalismo original, pero ejemplos
como Alputze < pŭteu-, con conservación del timbre u primitivo, descarta de entrada
una correspondencia totalmente regular entre el vocalismo latino original y sus
manifestaciones posteriores.
Cabría pensar que el vocalismo se adaptó en algún caso en función de la prosodia y
que simplemente se adaptaran como largas las vocales tónicas paleobaleáricas, ya
fuera así originalmente o ya fuera simplemente como artificio para armonizar la
acentuación autóctona con la latina.
*manVkórV *Man(V)c rV M(.)n(.)qūr Manacor Manacor
Mancor Mancor
*malbúgi- *Malbū gi Malbuja Malbúger
En otros casos puede haber influido el encaje en los paradigmas morfológicos latinos.
*bályar- > lat. Baliāres, como un adjetivo en –āri-.
1991 Ténganse en cuenta ejemplos como Álora, Íllora < Iluro, Elx < Ilici presumiblemente con ĭ
inicial.
410
La falta de documentación, sin embargo, mantiene en el aire, como se ha dicho,
cualquier explicación definitiva.
En cuanto al vocalismo átono, los fenómenos de neutralización y de reducción han sido
tan importantes que resulta difícil reconstruirlo, aunque en algún caso el conocimiento
de las formas medievales puede arrojar algo de luz al respecto.
*bók(h)or- Bocchorum Buchar Bóquer
* sílyor- *Síliur Xilur Síller
El efecto sobre las consonantes precedentes (y tal vez, sobre las vocales) permite
reconstruir timbre palatal para algún caso con seguridad:
*bū gir- / *bū ger- *Búgir-/ *Búger-/ Buja(r) Búger
En cuanto a los diptongos, no hay ejemplos seguros. Si existieron, lo más probable es
que hubieran seguido la misma evolución que los diptongos latinos y se hubieran
monoptongado.
La única excepción podría haber sido el diptongo –au- que se mantiene por lo general
en el protorromance balear1992
.
2.3.1.2.- Consonantismo
En relación al consonantismo, se deduce de los ejemplos un esquema bipartito,
transpuesto en latín como una oposición sorda/sonora. En el fondo, podría subyacer
una oposición fonológica fortis/ lenis, de la cual la sonoridad sería un epifenómeno. Es
imposible pronunciarse al respecto.
La presencia de consonantes aspiradas podría colegirse de la grafía Bocchorum/
Bocchoritanus. La falta de más ejemplos impide confirmar la existencia de este tipo de
sonidos, ya que en el caso que nos ocupa puede haber influido la analogía con el
nombre del faraón de la Dinastía XXV Bocchoris, gr. όκχορις Bόκχωρις
1993
. La misma
analogía puede estar en la base de la geminación.
1992 Paula > Pola admite un étimo latino indiscutible, si bien su similitud formal con NL como
Pula, Cura, etc. sugiere una cierta posibilidad de coincidencia fortuita de un topónimo
paleobalear con un antropónimo latino.
1993 Su nombre debió ser más o menos conocido del público culto por algunas anécdotas célebres
como las transmitidas por, entre otros, EL., N.A 12.3, DS., (1.65-1.80) y TAC., Hist., 5.3. Sin
duda, la homofonía explica la noticia de Solino: Bocchoris regnum Baleares fuerunt SOL., XXIII,
12: ZUCCA (1998) 151. Ninguna relación entre el nombre del faraón (una adaptación griega del
nombre personal eg. BAk n rn.f: “el servidor de su nombre”) o del nombre real WAH-kA-Ra y el
topónimo pace CURCHIN (2010) 157.
411
Asimismo, son notables,
a) la falta de evidencias del fonema /f / 1994
.
b) la ausencia de r- inicial.
c) finales permitidos en -m.
Aunque la escasez de evidencias resta rotundidad a las afirmaciones.
Las evoluciones concretas de los fonemas paleobaleáricos hasta la actualidad han
pasado por el ajuste provocado por la adaptación a los fonemas latinos y árabes, lo cual
impide precisar la protoforma paleobaleárica. Deben tenerse en cuenta, pues, que los
siguientes factores, entre otros, enmascaran la reconstrucción de las formas más
remotas.
a) la neutralización de vocales átonas.
b) la evolución de la k- o la g- ante vocal anterior.
c) la evolución de los grupos C+ –yod.
En cuanto a las semiconsonantes, se documenta y de manera incontestable:
a) en nombres documentados en latín: Guium
b) en nombres de documentación posterior
en grupos consonanticos, especialmente –ly-: Síller, Sóller.
en inicial *yalor > Alaior, *yakat > Yachat .
intervocálica: Guium /guyum/.
Puesto que lat. v y b se confunden en los topónimos “mozárabes”, seguramente a causa
del influjo árabe, ignoramos si alguna b- en topónimos de transmisión medieval o
posterior puede encubrir alguna w- paleobalear.
Las sibilantes fricativas o africadas que se reflejan en los topónimos de origen
paleobalear sin duda obedecen a desarrollos árabes o romances y pueden remitir a una
fonética homologable a la del latín vulgar.
1994 Sólo si se admitiera la posibilidad – remota. de que NL Alcalfar sea en última instancia
paleobalear, lo que aportaría un ejemplo de este tipo de sonido.
412
Las fricativas palatales ante vocal –a pueden explicarse simplemente por una
adaptación posterior a los temas en –a de topónimos cuyo final era originariamente –i.
Los casos paralelos son abundantes en la toponimia hispánica1995
Astigi Écija
Vergi Berja
Pace (Augusta) Beja
Tibisi Tivissa
La s- inicial se puede hallar en númerosos ejemplos y puede remitir a una sibilante
paleobalear1996
.
*sílyor- *Siliur Xilur Síller
*sólyar- *Soliar Š(u)lyār Suliar Sóller
Las fricativas y africadas que constatamos en la toponimia paleobalear podría remitir
a oclusivas palatalizadas en el protorromance
*tukim Tucim Tuze/Tutze
*malbū gi *Malbugi Malbuja Malbúger
En cambio, la oclusiva persiste ante vocal no palatal como en:
*bokhor- Bocchorum Buchar Bóquer
Puesto que, por lo general, en la Romania, los grupos –ns- se reducen a -s-, se puede
pensar que topónimos como Onxa < (V)unxan puede remitir tanto a *ónisan/ ŭ nisan
como a *ón(i/e)ken/ŭ n(i/e)ken.
También el final Andratx, ár ʼ(A)ndrāğ - y no *ʼ(A)ndrāš parece que puede indicar un
final primitivo –áKi- / -áKe- v. sim. Tal vez la forma primitiva fue *and(V)rákki- o bien
*and(V)rā ki- o incluso *and(V)rā gi.
Lo más probable es que, de haber existido fonemas africados o palatales originales en
paleobalear, hubieran sido adaptados por el latín como sibilantes y, como tales,
traspasados al estrato lingüístico posterior.
Se documentan sin duda las dos nasales, la líquida y la vibrante. Ya se ha mencionado
que no hay ejemplos de la vibrante inicial. Tampoco se puede constatar la existencia
1995 El proceso afecta todo tipo de nombres atemáticos: Barcinone > Barcelona, Ursone > Osuna.
1996 Para los detalles de la evolución de la s-, vid. supra.
413
de la vibrante múltiple, ya que Arrenda / Randa, etc, no está asegurado como de
procedencia paleobalear.
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